sábado, 24 de marzo de 2018

Todo el dinero del mundo (2017)***

Dir: Ridley Scott
Int: Michelle Williams, Mark Wahlberg, Christopher Plummer, Romain Duris, Charlie Plummer, 
Timothy Hutton, Charlie Shotwell, Andrea Piedimonte, Marco Leonardi, Roy McCrerey, Kit 
Cranston, Maya Kelly, Stacy Martin, Olivia Grant, Adam Astill, Andrew Buchan, Charlotte 
Beckett, Francesca Inaudi, Giulio Base, Olivia Magnani, Maurizio Lombardi 


Cuando el dinero es la única razón de vivir     

Traducción literal del título original del filme All the Money in the World. Con guión de David Scarpa sobre un libro homónimo de John Pearson. Último trabajo fílmico de un director llamado Ridley Scott, que ha realizado varias de las obras maestras de la ciencia ficción del último tercio del siglo XX (Alien, el octavo pasajero, Blade Runner), amén de filmes de acción y aventuras ya míticos como Gladiator (2000) o Black Hawk derribado (2001). 

Película con un rodaje agitado y polémico debido a que el papel protagonista había sido en origen para Kevin Spacey (hoy maldito y proscrito por la industria por ser acusado de acosador sexual a raíz del destapado por el productor Harvey Weinstein). El caso es que el malote de Kevin tuvo que ser borrado digitalmente en todas las escenas y fue sustituido por un octogenario y genial Cristopher Plummer que, en estado de gracia, ha conseguido realizar uno de los mejores trabajos de su ya dilatada carrera. Plummer interpreta al magnate multimillonario John Paul Getty, un ricachón avaro, cabrón y desagradable donde los haya y que, ante el secuestro de su nieto (J.P. Getty III) por parte de una banda de facinerosos italianos ligados a la Camorra napolitana, es incapaz de soltar una ínfima parte de su ingente fortuna para pagar el rescate que los delincuentes piden para liberar a su nieto. 





El personaje interpretado por Plummer es tan dickensiano que es inevitable pensar en el avaro Míster Scrooge del Cuento de Navidad, de Charles Dickens, cuando lo ves hablar y actuar sin importarle otra cosa que su dinero y seguir atesorando y amontonando sus "óbolos" en montones sin fin, por el simple placer de acumular riqueza...




Siendo un thriller más que notable, Todo el dinero del mundo es también una crítica al sueño americano conseguido. A esos hombres que han llegado a amasar tanta fortuna que no saben ni lo que tienen, pero que se han convertido en máquinas sin corazón. Seres como Getty, quien no mueve un músculo cuando le comunican que su nieto ha sido secuestrado y que los delincuentes que lo tienen preso piden un rescate para liberarlo. Una suma que su madre, a pesar de estar casada con un Getty, no tiene, pues el hijo del multimillonario es, económicamente, un fracasado y un apestado para su propio padre. La película alterna a la perfección la situación y penurias del secuestrado (un joven Getty interpretado con solvencia por Charlie Shotwell) con la acción y las situaciones de suspense del más puro thriller. 




Sin duda Scott es un director con oficio y, aunque esta no sea una de sus obras maestras, la fabulosa interpretación de Plummer (que fue nominado al Oscar y al Bafta por este trabajo), eleva la categoría del filme y lo dota de una clase y veracidad sobresalientes. La mansión de Getty añade al filme además un aura gótica que hace que, en algunos momentos, nos evoque también al subgénero de terror de casas encantadas (los fantasmas de las Navidades de Dickens planean de nuevo por el ambiente). El buen pulso narrativo y excelente montaje logra que el espectador no tenga un solo momento de respìro. Reseñable también el trabajo de la hermosa Michelle Williams (que saltó a la fama por encarnar en 2005 a Marilyn Monroe en el útimo biopic que se ha realizado sobre la rubia de oro de Hollywood), actriz que ya había dado muestras de su sobrado talento en la reciente y magnífica Manchester frente al mar (Kenneth Lonergan, 2016) y en Suite Francesa (2014, Saul Dibb).



Todo el dinero del mundo es por tanto un filme bien construido, bien realizado, un thriller de altura con tintes dramáticos que los amantes del género no deberían perderse. También, por albergar una de las últimas (esperemos que no la última de todas) grandes interpretaciones de uno de los mejores actores vivos que nos quedan de la edad de oro del cine, ese Getty-Scrooge llamado Cristopher Plummer ante el cual sólo queda quitarse el sombrero y hacer una reverencia.

Gonzalo J. Gonzalvo 

jueves, 22 de marzo de 2018

Bajo la piel de lobo (2017)***

Dir: Samu Fuentes
Int: Mario Casas, Irene Escolar, Ruth Díaz, Quimet Pla, Josean Bengoetxea, Kandido Uranga

Martinón (interpretado por Mario Casas) es un trampero solitario, el último habitante de un remoto pueblo en las montañas. Su único contacto con otros seres humanos se produce en primavera, cuando desciende al valle para comerciar con las pieles de los animales que atrapa. Sin embargo, con la llegada de una mujer a su vida, empezará a experimentar nuevos sentimientos. Este singular encuentro le obligará a elegir entre descubrir su vulnerabilidad o abandonarse a su lado más salvaje. 

Estamos ante el primer largometraje del asturiano Samu Fuentes. Como director de segunda unidad y asistente del director ya tenía cierta experiencia, por ejemplo participó como tercer asistente del director en El secreto de Marrowbone (2017), de Sergio G. Sánchez, o como primer asistente en Todo el tiempo del mundo (2014), de José Antonio Quirós.




Ha sido una grata sorpresa comprobar que estamos ante una película sencilla, que no simple, muy sólida en todos los aspectos, con una dirección impecable de actores y un dominio de los tiempos fílmicos propio de alguien con más experiencia. Mario Casas, que ha sido un acertado recurso para atraer al público (al menos a algunos sectores jóvenes), responde con eficiencia. Su personaje es muy exigente en los aspectos físicos y debe ser capaz de expresarse con gestos y actitudes mínimos y, en ese sentido este joven actor gallego ha logrado una de sus mejores interpretaciones por el momento, con un personaje muy alejado de ciertos estereotipos en los que ha estado moviéndose (su H. de Tres metros sobre el cielo o su Killian de Palmeras en la nieve). Además, Irene Escolar (Adela, en el film) y Ruth Díaz (Pascuala), sus oponentes femeninas, cumplen sobradamente, dando una réplica creíble con sus personajes.



Samu Fuentes ha logrado transmitir, dejando de lado manierismos y puntos de vista enfáticos que ahora están tan de moda, la crudeza de una vida aislada, en lugares donde no es fácil sobrevivir, en los que se impone la ley de la naturaleza. Ha logrado también que los paisajes adquieran el protagonismo necesario. Su Asturias natal y los bosques y parajes de los Pirineos (con localizaciones espectaculares en Aragón y Navarra) son fotogénicos, sin duda, pero además resultan un marco creible en el que desarrollar y mostrar la psicología de unos  seres que sobreviven lo mejor que pueden en un medio natural nada complaciente. 



Otra virtud evidente del film es que nos traslada a un pasado reciente, algo impreciso, que podría situarse a finales del siglo XIX o incluso en los inicios del XX. En algunas zonas aisladas por montañas y valles agrestes el tiempo se detuvo de un modo efectivo...

Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox, Cinemundo (Huesca)-

miércoles, 21 de marzo de 2018

Gorrión rojo (2018)***

Dir: Francis Lawrence
Int: Jennifer Lawrence, Joel Edgerton, Jeremy Irons, Charlotte Rampling, Mary-Louise Parker, 
Matthias Schoenaerts, Joely Richardson, Nicole O'Neill, Sergej Onopko, Sergei Polunin, 
Kristof Konrad, Simon Szabó, Ciarán Hinds, Thekla Reuten, Joel de la Fuente, Sakina Jaffrey, 
Douglas Hodge.

Es necesario hacer unas mínimas reflexiones sobre el director y el guionista de este nuevo vehículo de lucimiento para Jennifer Lawrence, una de las actrices más solicitadas del Hollywood actual. 

Francis Lawrence (nacido en Viena en 1971) tiene la doble nacionalidad austríaca y norteamericana, y viene del mundo del videoclip musical trabajando desde 1997 para una extensa nómina de artistas y grupos entre los que se encuentran Green Day, Jennifer López, Aereosmith, Enrique Iglesias, Seal y muchos más. Su salto al cine se produce en Constantine (2005), adaptando un cómic al servicio de Keanu Reeves, luego, hasta las tres entregas de Los juegos del hambre (2013 a 2015), realiza un remake de El último hombre...vivo (The Omega Man, 1971), de Boris Sagal y con Charlton Heston, titulado Soy leyenda (2007), reinterpretando una historia original de Richard Matheson y al servicio de Will Smith, en este caso. También dirige la miniserie de tres episodios Reyes (Kings, 2009), Agua para elefantes (2012), la producción para la televisión Gotham (2012) y el episodio piloto de la serie Touch (2012). Este latgo preámbulo dedicado al director, tiene que ver con el marcado estilo colorista y esteticista que mantiene y que proviene seguramente de su apego a las fórmulas publicitarias que tan bien ha usado en los videoclips y también a la necesidad de contar siempre con una Star de impacto entre un público amplio como elemento central de sus creaciones. Con todo, Francis Lawrence ha logrado un estilo personal, de muy fácil acceso para todos los públicos y bastante condicionado por ese lenguaje popular (próximo al del cómic, la fantasía, la ciencia-ficción y al videoclip). Por supuesto ha rehutilizando el poderoso reclamo de Jennifer Lawrence, ya evidente en la serie de películas sobre Los juegos del hambre.



El guionista Justin Haythe, que en este caso adapta un libro de Jason Matthews, le da unos mínimos de profundidad psicológica a los personajes de una trama de espías. Haythe ha oscilado entre historias con mucha carga de profundidad psicológica y analítica como el excelente guion para el film de Sam Mendes, Revolutionary Road (2008), aquí adaptando la novela de Richard Yates, o fantasías inquietantes como La cura del bienestar (2016), de Gore Verbinsky, según una historia propia.



El género escogido ahora es el de espias, pero visualmente y por algunos de los planteamientos parece más un thriller fantástico, situado en un universo paralelo que se parece mucho al nuestro, pero no es exactamente igual...



Dominika Egorova (Jennifer Lawrence) es reclutada contra su voluntad para ser un “gorrión”, una seductora adiestrada del servicio de seguridad ruso. Dominika aprende a utilizar su cuerpo como arma, pero lucha por conservar su sentido de la identidad durante el deshumanizador proceso de entrenamiento. Hallando su fuerza en un sistema injusto, se revela como uno de los activos más sólidos del programa. Su primer objetivo es Nate Nash (Joel Edgerton), un funcionario de la CIA que dirige la infiltración más confidencial de la agencia en la inteligencia rusa. Los dos jóvenes agentes caen en una espiral de atracción y engaño que amenaza sus carreras, sus lealtades y la seguridad de sus respectivos países. 

Manejando bien el ritmo y la acción, Martin Lawrence ha facturado un producto entretenido, en el que vuelve a lucirse Jennifer Lawrence y en el que no se pueden encontrar reflexiones  ni análisis muy profundos sobre el espionaje y la tensión existente entre Rusia, Inglaterra y Estados Unidos. Los acontecimientos recientes en territorio británico, en concreto la muerte de Sergei Skripal, ex coronel de la inteligencia militar rusa (GRU), intoxicado con gas nervioso junto a su hija, van mucho más lejos que los recovecos y cierto verismo en las torturas y manejos poco recomendables que aparecen en la trama de la "colorista" y "resultona" Gorrión rojo.

Roberto Sánchez.

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo- 

Yo, Tonya (2017)***

Dir: Craig Gillespie
Int: Margot Robbie, Sebastian Stan, Allison Janney, Caitlin Carver, Julianne Nicholson, Bojana 
Novakovic, Mckenna Grace, Paul Walter Hauser, Bobby Cannavale, Renah Gallagher, Amy Fox, Ricky Russert, Jeffery Arseneau, Bobby Akers, Suehyla El-Attar, Kaleigh Brooke Clark, Catherine Dyer, Joshua Mikel, Jason Davis.

Tonya Harding (Margot Robbie) fue la primera patinadora estadounidense en completar, en 1991, un triple salto axel en competición. Pero el éxito sobre el hielo no siempre estuvo acompañado de felicidad en su vida personal. De hecho, sus relaciones con la madre (interpretada por Allison Janney) y el que fuera su pareja (Jeff, interpretado por Sebastian Stan) fueron siempre tormentosas, marcadas por la violencia y una situación económica bastante crítica.

Un hecho lamentable marcaría toda su carrera profesional y su vida. El suceso en cuestión tuvo lugar el 6 de enero de 1994, y en el  participaron de modo activo su ex-marido, Jeff Gillooly, y sus colegas Shawn Eckhardt (Paul Walter Hauser) y Shane Stant (Ricky Russert). Juntos decidieron, al parecer sin que Tonya lo supiera, atacar a Nancy Kerrigan (interpretada por Caitlin Carver) su principal rival en el Campeonato estadounidense de patinaje artístico sobre hielo. Stant la golpeó en el muslo, unas pulgadas por encima de la rodilla, con una barra de hierro. A partir de entonces Tonya Harding fue objeto de una atención mediática que terminó con su carrera como patinadora.





A partir de una serie de entrevistas televisivas en las que Tonya Harding y sus familiares, desnudaron algunas de sus intimidades, el guionista norteamericano Steven Rogers y el director australiano Craig Gillespie, han construido un apasionante retrato de una deportista marcada por una personaliodad en la que su pasado social y el entorno familiar le llevaron a un peligroso terreno. La obsesión por el triunfo, la escasa formación intelectual y el despiadado trato de la madre pueden explicar algo su manera de ser, pero quizás haya que tener en cuenta el tipo de cultura competitiva que impera en una sociedad como la norteamericana, en la que se dice que hay absoluta igualdad de oportunidades y "cualquiera"  puede superar su status social, si está dispuesta a sacrificar lo necesario. 






Tonya Harding lo tenía muy difícil, al menos eso puede deducirse del retrato que hacen Gillespie y Rogers de los personajes que la rodean. La frialdad y crueldad de la madre, el maltrato físico a la que su pareja Jeff, le somete y con el que aún divorciada tiene una compleja relación de amor-odio, y la de unos "amigos", Shawn y Shane que son mostrados como dos estúpidos simplones, que deberían estar bajo custodia en un psiquiatrico para evitar males mayores. Retrato entre la ironía y un cruel verismo de lo que viene en llamarse White trash (basura blanca) y en el que estos cineastas se han recreado quizás en exceso.




El trabajo de los actores es espléndido. La veterana y brillante Allison Janney, se llevó el Oscar y se lograron nominaciones para Margot Robbie y para el montaje, una sofisticada edición de Tatiana S. Riegel, capaz de transmitirnos el dinamismo de ese "resbaladizo" deporte....




Por otro lado, no estamos ante otro típico biopic deportivo. No se la pierdan, les sorprenderá.

Roberto Sánchez

-Aragonia-

viernes, 16 de marzo de 2018

Loving Pablo (2017)***

Dir: Fernando León de Aranoa
Int: Javier Bardem, Penélope Cruz, Peter Sarsgaard, Julieth Restrepo, Óscar Jaenada, David Ojalvo, David Valencia, Lillian Blankenship, Giselle Da Silva, Nathan Cooper, Pedro Calvo, Manuel José Chavez, Joavany Alvarez, Mark Basnight, Diego Landaeta, Mihail Stoyanov.

Esta película trata sobre el narcotraficante colombiano Pablo Escobar (interpretado por Javier Bardem). El guion de Fernando León de Aranoa (que también dirige) se inspira en el libro Amando a Pablo, odiando a Escobar, escrito por la periodista colombiana Virginia Vallejo (Penélope Cruz), donde cuenta la relación amorosa que mantuvo con el narcotraficante en la década de los 80.

La carismática y controvertida figura de Pablo Escobar ha estado muy presente en otras ficciones, pero fue la serie Narcos (iniciada en 2015), creada por Carlo Bernard, Chris Brancato y Doug Miro, la que puso en el punto de mira las actividades de este colombiano. Durante 20 episodios (2015 a 2016), fue interpretado de modo magistral por el brasileño Wagner Moura. Por otro lado, la serie trataba con bastante detenimiento las actividades del este líder del Cartel de Medellín, describiendo con precisión sus actividades delictivas, políticas e igualmente sus relaciones familiares  más íntimas. En la serie Virginia Vallejo, se transforma en Valeria Velez, pero  es perfectamente reconocible, y es interpretada por la mejicana Stephanie Sigman, durante 11 episodios, aunque nunca llega a tener la rlevancia que adquiere en el largometraje de Aranoa/Bardem/Cruz.




Los mayores problemas de Loving Pablo surgen si se ha visto la serie mencionada (y es mi caso). Si no se ha visto, supongo que hay varios puntos favorables en la recreación que Javier Bardem hace de este llamativo personaje que provocó, como tantos otros líderes carismáticos, admiración y terror a partes iguales. El guion de Aranoa ha intentado, por un lado reflejar la visión inevitablemente parcial de Virginia Vallejo, por otro, ajustarse a los sucesos que rodearon la vida y muerte del llamado "Zar de la cocaína".



Colombia fue sacudida por una auténtica guerra entre clanes (Cárteles), la policía, el ejército, los paramilitares, la DEA y la CIA norteamericanas. Alianzas, traiciones, asesinatos, coches bomba, sicarios con más trabajo que nunca. En fín, una parafernalia de violencia, muerte y corrupción política que ha marcado la historia de ese país para siempre. En esos asuntos, la película de Aranoa/Bardem/Cruz se detiene muy poco, centrándose en la relación entre el narcotraficante y la periodista, olvidando lo importante (según la serie Narcos) que fueron en sus relaciones su hijo Juan Pablo, su esposa Tata (María Isabel Santos) o su madre Hermilda. Desde luego en dos horas de duración es complejo resumir la intensa actividad que tuvo la vida de este personaje, así que, después de todo, el ejercicio de síntesis que logra el film es recomendable para aproximarse, aunque sea de modo parcial, a esta controvertida figura y a la que por unos años fue su amante.

Roberto Sánchez.

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

jueves, 15 de marzo de 2018

La última bandera (Last Flag Flying, 2017)***

Dir: Richard Linklater
Int: Steve Carell, Bryan Cranston, Laurence Fishburne, J. Quinton Johnson, Yul Vázquez, Deanna Reed-Foster.


Tres veteranos de la guerra de Vietnam -Doc (Steve Carell), Sal (Bryan Cranston) y Mueller (Laurence Fishburne)- se reúnen en el año 2003 para enterrar a Larry Jr., el hijo de Doc, que ha muerto en combate en su primer año en la guerra de Iraq.

En 1973, Hal Ashby adaptó (junto a Robert Towne, el guionista) la novela de Derryl Ponicsan, The Last Detail. La película, en España, se tituló El último deber y contó con Jack Nicholson, Randy Quaid y Otis Young, como protagonistas. Ponicsan retomó a los personajes en una nueva novela de 2005 titulada Last Flag Flying, que interesó a Richard Linklater. Junto al mismo novelista han adaptado esta historia que, una vez más, necesitaba tres actores con una fuerte personalidad y en ese terreno el acierto fue pleno. Carrell, Cranston y Fishburne, son de lo mejor en esta sobria actualización de aquella historia.




Aunque es cierto que hay cierta crítica al militarismo y a la idea de la guerra, a Linklater, el director de Boyhood (2014) y de la trilogía Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013), le interesan los seres humanos que se esconden tras estos guerreros jubilados que se vieron obligados a participar en una guerra sin sentido en un intencionado paralelismo con esa infructuosa búsqueda de armas de destrucción masiva...Evitando de modo sutil los tópicos, nos permite, en buena medida gracias a la pericia de los tres actores protagonistas, profundizar en los diferentes destinos que han llevado estos viejos colegas de la Guerra de Vietnam.



Inunda la película un aire de tristeza, de desesperanza ante la eterna y aplastante maquinaria del destino y de un Estado que logra convencer a sus ciudadanos de lo importante que es la patria, de lo importante que es morir y matar para defenderte de un enemigo terrible que puede existir o no, pero que en realidad no importa... No importa que todo sea mentira y que por el interés de unos pocos se ordene matar y morir indiscriminadamente, no importa que las motivaciones reales nada tengan que ver con defender la democracia y la paz en el mundo. Esas ideas y algunas otras expuestas con sentido crítico, están en la historia que nos cuenta Linklater, pero él prefiere pasar por encima de ellas y quedarse con el lado más humano, aproximándonos a la piel de sus personajes con cariño y comprensión. Prefiere no ahondar en el evidente perfil político y termina por justificar, aunque con un cierto pesar, a estos hombres que vivieron de cerca el lado más salvaje e inuhmano de nuestra especie y que sólo en la amistad serán capaces de encontar algo de sentido a unas vidas casi estranguladas en su juventud...

Roberto Sánchez

-Se estrenó y pudo verse en Aragonia-

Sin rodeos (2018)**

Dir: Santiago Segura
Int: Maribel Verdú, Candela Peña, Diego Martín, Rafael Spregelburd, Cristina Pedroche, Santiago Segura, Cristina Castaño, Bárbara Santa-Cruz, David Guapo, Toni Acosta, Olvido Gara "Alaska", Enrique San Francisco, Mario Vaquerizo.


Paz (Maribel Verdú) tiene una vida aparentemente perfecta. Tiene trabajo, pareja, amigas… pero algo falla. Se siente angustiada y agobiada, hay algo que no funciona. En su desesperación acudirá a la consulta de Amil Narayan (Santiago Segura), un “gurú sanador" al estilo  hindú, que le ofrece la solución a sus problemas: una poción a base de plantas milenarias para liberar su tensión. La poción parece más potente de lo esperado. Paz se encuentra con un resultado sorprendente, convirtiéndose, tras ingerir todo el frasco, en una mujer totalmente sincera que no dudará en decir lo que piensa "de verdad", caiga quien caiga y más allá de la hipocresía que parece rodearla. 

Se terminó la rentable saga sobre Torrente y, al parecer, Santiago Segura agotado en su creatividad, ha hechado mano del largometraje chileno Sin filtro (2016), dirigido por Nicolás López, con guion de Diego Ayala y el mismo director. Segura, junto a Benigno López y Marta González de la Vega, lo han adaptado, aproximándolo a la idiosincrasia de ciertas clases sociales españolas. Lo cierto es que en las lineas fundamentales, tampoco hay una gran diferencia con lo mostrado en esa reciente comedia chilena.



Pretende ser una comedia ligera, con alguna que otra sátira hacia las costumbres de ciertos sectores acomodados de la sociedad española. Lo más destacado es el buen rendimiento de algunos actores. Destacando Maribel Verdú, la protagonista, y también Candela Peña en breves pero intensas apariciones.



Santiago Segura tiene una dilatada trayectoria como actor (más de 100 títulos) y ha producido todos sus trabajos como director. Para bien de su bolsillo y para la desesperación de los aficionados al cine de calidad, ha perpetrado la saga Torrente, cinco entragas en las que su personaje, ha ido tiñendo de basura casi toda su obra como cineasta. Es como si la parte más detestable de esa paródica personalidad hubiera terminado por engullir a su creador. 

Sólo para incondicionales de la reciente comedia española...

Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

lunes, 12 de marzo de 2018

Lady Bird (2017)****

Dir: Greta Gerwig
Int: Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Lucas Hedges, John Karna, Beanie Feldstein, Tracy Letts, Timothée Chalamet, Danielle Macdonald, Bayne Gibby, Victor Wolf, Monique Edwards, Shaelan O'Connor,  Marielle Scott,  Ithamar Enriquez, Christina Offley, Odeya Rush, Kathryn Newton, Jake McDorman, Lois Smith, Andy Buckley, Daniel Zovatto, Laura Marano, Kristen Cloke, Stephen Henderson.

Una joven estudiante que se hace llamar "Lady Bird (Saoirse Ronan) pasará en Sacramento su último año de instituto. La joven, algo díscola y con inclinaciones artísticas, sueña con vivir en la costa Este, e intentará encontrar su propio camino y definirse fuera de la sombra protectora de su madre (Laurie Metcalf). 

Más allá de la linea argumental, hasta cierto punto convencional y poco original, lo que llama la atención del filme es su aparente sencillez (que no simpleza) y la habilidad con la que Greta Gerwig ha logrado meternos en la vida de esta joven que se ha dado asi misma el nombre de "Lady Bird". Habilidad para escribir el guion y dirigir con una soltura propia de una cineasta veterana. 



Cierto es que conoce bien el oficio. Esta realizadora norteamericana nació, precisamente en Sacramento (California) en 1983, y tiene en su haber más de cuarenta intervenciones como 
actriz, un papel siempre relevante como guionista, colaborando habitualmente con Noah 
Baumbach, y tan solo había dirigido anteriormente el largo Noches y fines de semana (2008),
coescrita, codirigida y coprotagonizada junto a Joe Swanberg.



Ahora, dirige en solitario un drama al que no le faltan las necesarias notas de comedia y en
la que resulta impactante el trabajo de Saoirse Ronan, una joven actriz norteamericana de 24 
años, pero ya veterana en estas lides y con destacados trabajos en Expiación. Más allá de la 
pasión (2007) y Hanna (2011), de Joe Wright, The Lovely Bones (2009), de Peter Jackson, y 
Brooklyn (2015), de John Crowley.



Greta Gerwig me ha sorprendido gratamente como directora. Ha logrado algo que está al alcance de muy pocos cineastas, dar con las claves de una narración pura y cristalina, sin aspavientos melodramáticos, sin dobles saltos mortales formales, dejando al lado cualquier efecto pirotécnico. Desde la naturalidad, todo fluye en este relato de crecimiento y de iniciación de una joven de 17 años que en su último año en Sacramento (antes de dar el salto a la universidad), dará sus primeros pasos en el amor, tendrá sus primeras alegrias y decepciones, experimentará con nuevos y nuevas amigas y en definitiva comenzará a vivir de un modo más pleno y consciente.



Esta película, que podría haber pasado por una más de esas flojas comedias norteamericanas de adolescentes, da un salto cualitativo hacia un cine que emparenta el estilo de la Gerwig, con el de los mejores trabajos de Noah Baumbach (cineasta  necesitado de una cierta reivindicación por estos lares) y, por qué no decirlo, con Woody Allen, pero con una voz propia, la que procede de su condición femenina y con una profunda sensación de verismo que probablemente mucho tiene que ver con lo autobiográfico.

Roberto Sánchez

-Aragonia, Palafox-

viernes, 9 de marzo de 2018

En la sombra (Aus dem Nichts, 2017)***

Dir: Fatih Akin
Int: Diane Kruger, Numan Acar, Ulrich Tukur, Johannes Krisch, Siir Eloglu, Denis Moschitto, 
Jessica McIntyre, Ulrich Brandhoff, Samia Muriel Chancrin.


Fatih Akin, nacido en Hamburgo en 1973, es uno de los mejores directores alemanes actuales, al menos desde su potente y brillante Contra la pared (Gegen die Wand, 2004), que en muchos aspectos y a pesar de una continua actividad (18 trabajos, incluyendo cortometrajes y documentales), sigue siendo la más recordada (y probablemente su mejor trabajo).

El peso de sus ancestros (turcos) es siempre evidente en los argumentos que trata, pero su estilo, siempre muy efectista, resulta moderno y eficiente. En Aus dem Nichts, ha apostado fuerte por el personaje de Katja, interpretada por Diane Kruger, una de las actrices alemanas más 

internacionales, capaz de ser Helena en la Troya (2004), de Wolfgang Petersen, Maria Antonieta en Adiós a la reina (2012), de Benoît Jacquot o Bridget von Hammersmark, la actriz espia, en Malditos bastardos (2009), de Quentin Tarantino. 

La vida de Katja se hunde cuando Nuri Sekerci (Numan Acar), su marido de origen turco,  y 
su hijo mueren en un atentado con bomba. Pronto se confirma que los autores han sido un grupo de neonazis que después de ir a juicio, y en un proceso claramente injusto, quedan absueltos. Tras el duelo, y consciente de que los culpables siguen libres, Katja planeará y pondrá en marcha su venganza.




Es durante el juicio y su descripción cuando la película de Fatih Akin muestra más carencias y resulta algo esquemática y simplona. Sin embargo, es convincente y magnífico el retrato de esta mujer alemana, rubia y blanca, avocada a la venganza en un occidente "civilizado" y aparentemente muy superior y evolucionado, desde el punto de vista moral, si lo comparamos al defendido por los integristas musulmanes . La sociedad alemana actual parece albergar todavía muchos prejuicios racistas, aunque las noticias y los medios de comunicación intentan siempre ocultarlo, y todo esto se hace manifiesto en ese juicio e incluso en las previas indagaciones y desconfianzas explícitas de la policía. Con todo ello, Fatih Akin intenta justificar y explicar el sentimiento de revancha y venganza que tiene Katja ante las injusticias y del que, por cierto, nadie está libre, seas ateo, católico, protestante o musulmán.




La opción de tomar la senda de la violencia es muy discutible, pero todos deberíamos preguntarnos por qué siempre es válido y justificable en el caso de unos y nunca en el de los "otros". 

No es de las mejores películas de Fatih Akin, pero puede ayudar a debatir y opinar sobre muchos de los acontecimientos violentos que nos rodean. Hablamos de esa terrible "guerra santa" declarada por los Islamistas más extremos contra Estados Unidos y sus aliados (por ejemplo España y muchos otros que además son hermanos en el Islam) y que en Ocidente calificamos, a su vez bien adoctrinados por el Gran Hermano Capitalista, como terrorismo, sin hacernos más preguntas.




De vez en cuando, películas como ésta, imperfectas en sus valores formales, son capaces de sacudir con fuerza nuestras conciencias...

Roberto Sánchez

-Aragonia- 

La enfermedad del domingo (2017)****

Dir: Ramón Salazar
Int: Bárbara Lennie, Susi Sánchez, Miguel Ángel Solá, Greta Fernández, Richard Bohringer, 
David Kammenos, Fred Adenis.

Chiara (Bárbara Lennie) está en la cuarentena, es una enferma terminal que se ha quedado en la casa aislada del Pirineo francés dónde se crió con sus padres y donde Anabel (Susi Sánchez), su madre, la abandonó un domingo a los 8 años. Ahora necesita cuidados, y va a empeñarse en que esa madre le dé explicaciones o se ocupe de ella al menos antes de morir. Logrará convencerla, no sin tensiones, para que pase 10 días con ella y finalmente la acompaña a la casa donde vivió con ella y el padre, con el que Anabel ha perdido todo el contacto. 

Es una película de frontera rural, de relaciones entre hijos y padres, de ajuste de cuentas con el pasado. Anabel es una mujer que ha reconstruido por completo su vida, ha conseguido éxito como experta en protocolo en las altas esferas y ahora, de repente, el pasado casi olvidado y enterrado, vuelve de modo inexorable. Tendrá que enfrentarse a los últimos 10 días de una relación madre-hija que ella cortó bruscamente, llena de reproches por parte de la hija y de aceptación de las deudas que sabe tiene pendientes. Las dos se reencuentran ahora en un entorno natural que conecta con su pasado, con la verdad inmemorial y con los símbolos que la transmiten, el viejo bosque, las cuevas, ámbitos de rituales primigenios, o el río eterno que acogerá la resolución del enigma.





Es una película en la que el "enfrentamiento" entre dos personalidades, entre madre e hija está perfectamente asumido por Bábara Lennie y Susi Sánchez, dos magníficas actrices con las que Ramón Salazar, el director, ha hecho un memorable trabajo. Tengo la sensación de que hemos recuperado a un buen director y guionista que desde la época de Piedras (2002), su primer largometraje, no había tenido demasiada fortuna.


  
Es importante destacar, además, la fluidez y ritmo narrativo de esta dura película que a  pesar de silencios no dichos, mentiras y el profundo proceso interior de los personajes, que permitirían una narrativa contemplativa y parsimoniosa, no nos deja esperando en el vacío, siempre nos acompaña y guía. Por mi parte, sentí con las dos protagonistas el vértigo y el mareo del descenso vertiginoso en un tren-trineo hasta unas profundidades de verdad y de frío mortal insospechadas.



Antonia Bordonada

-Aragonia-

jueves, 1 de marzo de 2018

Black Panther (2018)**

Dir: Ryan Coogler
Int: Chadwick Boseman, Lupita Nyong'o, Michael B. Jordan, Andy Serkis, Angela Bassett, Forest Whitaker, Danai Gurira, Winston Duke, Daniel Kaluuya, Florence Kasumba, Letitia Wright, Stan Lee, Sterling K. Brown, Martin Freeman, Phylicia Rashad,  ydelle Noel, John Kani.

Black Panther (Pantera Negra, en España) es un superhéroe de la compañía estadounidense Marvel Comics, creado por Stan Lee y Jack Kirby para el número 52 de The Fantastic Four. Es el primer superhéroe negro de la historia de Marvel, aparecido un poco antes que el Black Panther Party, originalmente conocido como Partido Pantera Negra de Autodefensa, popularmente conocido como los Black Panthers, una organización nacionalista negra, socialista y revolucionaria activa en Estados Unidos entre 1966 y 1982. Su existencia y actividades siempre intentaron ser silenciadas y borradas de la historia oficial, pero lograron un momento mediático álgido durante los Juegos Olímpicos de México de 1968. Durante la ceremonia de entrega de medallas de la prueba de los 200 metros lisos, Tommie Smith (medalla de oro) y su compatriota John Carlos (medalla de bronce) agacharon la cabeza y levantaron el puño en alto con un guante negro mientras sonaba el himno de los EE.UU. Su gesto era toda una declaración de intenciones en apoyo del movimiento Black Power y en protesta por el racismo en EE. UU. y el Apartheid en Sudáfrica. 

El guion de Joe Robert Cole y Ryan Coogler, adaptando ideas y personajes creados por Jack Kirby y Stan Lee, cuenta la historia de T'Challa (Chadwick Boseman) quien, después de los acontecimientos de Capitán América: Civil War (de Anthony y Joe Russo en 2016) vuelve a casa, a la nación de Wakanda, aislada y muy avanzada tecnológicamente, para ser proclamado Rey. Aunque la presencia de otro inesperado heredero pondrá a prueba el temple de T'Challa como Rey y a su alter ego Black Panther ya que se ve arrastrado a un conflicto que pone en peligro todo el destino de Wakanda y del mundo.  

El director Ryan Coogler, venía de sacar oro a una veta tan desgastada como la de Rocky en Creed: La leyenda de Rocky (2015) y ya había filmado Fruitvale Station (2013), su primer trabajo, la historia de Oscar Grant III, un joven de 22 años de edad de Hayward, California, y sus experiencias en el último día de su vida, antes de ser abatido por un policía en la madrugada del día de año nuevo de 2009. 

Coogler, que promete mejores azañas que la pergeñada ahora para la Marvel y su superhéroe negro, ha querido mantenerse fiel a su militancia negra, pero los parámetros no pueden estar más  alejados del socialismo y la lucha directa y efectiva que ponían en práctica los Black Panthers en los años sesenta. Corren otros tiempos y ahora los "buenos negros", aunque dispongan de la más avanzada tecnología como en la fantasía del film, tienen que enfrentarse y refrenar a los que están dispuestos a actuar de modo directo y con una violencia semejante a la ya aplicada (aunque sea indirectamente, comprando y vendiendo gobernantes y señores de la guerra de turno) por las todopoderosas corporaciones multinacionales (fundamentalmente europeas y norteamericanas) en África. 




El lío argumental que han elaborado el mismo Coogler, junto a su colega Joe Robert Cole, para recoger a los personajes del cómic y cine, sus aventuras y desventuras, y al mismo tiempo, intentar explicar la postura del líder de Wakanda, y cómo se intenta justificar su postura "política", sobre todo en la parte final del film, nos hablan (al menos esa fue mi sensación) de un intento baldío por "nadar y guardar la ropa", de un esfuerzo por alcanzar un nivel de corrección política, que siendo crítica con el racismo explícito, violento e hiriente del pasado reciente, reclame de nuevo un poco de atención sobre un enfrentamiento entre los ultraconservadores blancos y ¿negros? (que ahora mandan en USA de la mano del Zar Trump) y las constantes reivindicaciones reclamando mayores niveles de integración de los negros norteamericanos. Para conjugar todos los elementos aventureros y  un cierto compromiso con la causa negra, se ha sacrificado en algunos momentos la pertinente acción del género y una cierta coherencia interna que en la Marvel (cómics y cine), buscando crear un universo mítico verosímil (paralelo al real), siempre se ha buscado, y salvo escepciones como esta, casi siempre se ha logrado.





Incluso, la espectacular dirección artística del equipo formado por Jason T. Clark, Joseph Hiura, Alan Hook, Alex McCarroll, Jay Pelissier y Jesse Rosenthal, capaz de fusionar con éxito la pureza africana con la tecnología fantástica, quedan tan supeditadas al carrusel destartalado en el que se convierte este artefacto de 2 horas y 14 minutos, que pasan casidesapercibidos. No hay mucho criterio a la hora de hacer convincentes las escenas de acción y todo va transcurriendo entre fogonazo y fogonazo. Hay que ser muy "friki" para dejarse convencer por esta película que, hay que reconocerlo, ha tenido un gran impacto popular.


Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-