miércoles, 13 de diciembre de 2017

Perfectos desconocidos (2017)***

Dir: Alex de la Iglesia
Int: Belén Rueda, Eduard Fernández, Ernesto Alterio, Juana Acosta, Eduardo Noriega, Dafne Fernández, Pepón Nieto, Beatriz Olivares.

Como siempre, en el guion colaboran estrechamente Jorge Guerricaechevarría y Alex de la Iglesia. En este caso para elaborar un texto propio a partir de la película italiana Perfetti sconosciuti (2016), que tenía guion de Paolo Genovese, Filippo Bologna, Paolo Costella, Paola Mammini y Rolando Ravello.; todo un éxito en su país.

Alex de la Iglesia aporta una espectacular y dinámica puesta en escena para una historia cerrada sobre un grupo de personajes limitado, superando así una cierta tendencia a la teatralidad que seguramente procede del filme italiano. En una cena entre cuatro parejas, que se conocen de toda la vida, se propone un juego que pondrá sobre la mesa sus peores secretos: leer en voz alta los mensajes, y atender públicamente las llamadas, que reciban en sus móviles durante la cena. La hipocresía y la traición salen a escena.



El tono escogido es el de la tragicomedia, con evidentes notas esperpénticas, con las que el  director vasco siempre se ha sentido cómodo. Crónica social, como en La comunidad (2000), pero ahora son menos personajes y de una clase social ligeramente más acomodada. Curiosamente se rebaja bastante el lado más esperpéntico.El tono se rebaja y se aproxima a la comedia de enredo más convencional y burguesa, más llevadera para todos los públicos. 

Como es habitual en las películas de Álex de la iglesia, un buen rendimiento de los actores, sobre los que recae especialmente el resultado de una película eficiente, que engancha y mantiene el interés hasta el final. Pero tratar el preocupante papel que los móviles juegan en nuestras vidas, sumándo a todo ello el enredo tragicómico, y ciertas gotas de fantasía  no es bagaje suficiente.



Los inconvenientes vienen por el excaso riesgo creativo, por el cierto estancamiento de un director, sin duda capacitado para sorprendernos pero que parece haberse adocenado desde hace unos años. Los espectaculares movimientos de cámara, los trucos formales, son los de siempre y cumplen con su función. Pero ya no hay apuestas por lo nuevo. Estamos ante un profesional eficiente, que nos da una o dos película todos los años, pero que parece no encontrar la capacidad de provocación que si tenían El día de la bestia (1995) o la ya mencionada La comunidad (2000). 

Parece que los años no perdonan...

Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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