jueves, 14 de diciembre de 2017

El sacrificio de un ciervo sagrado (2017)****

Dir: Yorgos Lanthimos
Int: Colin Farrell, Nicole Kidman, Barry Keoghan, Raffey Cassidy, Sunny Suljic, Alicia Silverstone, Bill Camp.

Steven (Colin Farrell) es un eminente cirujano casado con Anna (Nicole Kidman), una respetada oftalmóloga. Viven felices junto a sus dos hijos, Kim (Raffey Cassidy) y Bob (Sunny Suljic). Cuando Steven entabla amistad con Martin (Barry Keoghan), un chico de dieciséis años huérfano de padre, a quien decide proteger, los acontecimientos dan un giro siniestro. Steven tendrá que escoger entre cometer un impactante sacrificio o arriesgarse a perderlo todo. 

Si esta película no fuera del realizador griego Yorgos Lanthimos, les diría que con la linea argumental esbozada un poco antes, mejor ocuparse de otros asuntos. Pero, ahora mismo, Lanthinos es de los pocos cineastas capacitados para sujetarnos firmente frente a la pantalla, aunque mostremos inconscientemente gestos de salir corriendo, de no querer seguir mirando, como en la primera escena...Su cine nos propone siempre una visión dura, sobria e inquietante de la sociedad en la que nos ha tocado sobrevivir (con no pocos esfuerzos).





La primera "bofetada" que me dio Lanthimos fue Canino (2009). Es decir, fue la primera película de este importante cineasta, nacido en Atenas en 1973, que yo pude ver. En los últimos años, sólo había tenido experiencias parecidas con el cine de Michael Haneke o el de Lars von Trier. Parece mentira que su primer largometraje, O kalyteros mou filos (2001), fuera una comedia, ya que pronto su cine deriva hacia planteamientos radicalmente dramáticos, frios y muy inquietantes. Desde Langosta (2015) su cine habla en inglés. Aquella era una producción totalmente europea, pero en El sacrificio de un ciervo sagrado, hay además de la producción británica e irlandesa, inversión norteamericana. 




No es fácil de imaginar, pero Lanthimos es capaz de conjugar a Buñuel con la Tragedia Griega, a Haneke con el cine de terror, y de lo que parece un combinado imposible, lograr un destilado de perfección y sobriedad narrativa. Al igual que en el pasado sacó un rendimiento excelente a los actores griegos, ahora logra resultados magníficos de Colin Farrell (que ya protagonizó Langosta), Nicole Kidman y del menos conocido Barry Keoghan, un joven actor irlandés que pudimos ver tambien en ´71 (Yann Demange, 2014) y en Dunkerque (Christopher Nolan, 2017). Y me detengo un poco en él,  por que su personaje de Martin parece sacado directamente de una de esas tremebundas tragedias griegas. La maldición que impone sobre Steven y su familia es implacable y la clave para aproximarnos a la lectura de esta historia, escrita por Yorgos Lanthimos y su habitual colaborador Efthymis Filippou. La mirada y la actitud de Keoghan/Martin destilan la esencia de este cineasta griego, fiel a un estilo de narrar y de utilizar el lenguaje cinematográfico para conmovernos, para hacernos pensar y para respetar al máximo sus potenciales como un arte comprometido con la realidad, por terrible que pueda resultar.




Con un reparto estelar, abundantes reconocimientos en festivales y críticas favorables, está pasando algo desapercibida para el gran público. No dejen que las corrientes mayoritarias les narcoticen. No se despisten, y atrévanse a entrar en el inquietante universo de Yorgos Lanthimos.

Roberto Sánchez

-Aragonia-

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