jueves, 28 de septiembre de 2017

Los misteriosos asesinatos de Limehouse (The Limehouse Golem, 2016)***

Dir: Juan Carlos Medina
Int: Bill Nighy, Olivia Cooke, Douglas Booth, Daniel Mays, Eddie Marsan, María Valverde, Sam Reid, Morgan Watkins, Adam Brown, Peter Sullivan, Amelia Crouch, Damien Thomas, Mark Tandy,  Michael Jenn, Simon Meacock.


El guión de Jane Goldman adapta la novela Dan Leno and the Limehouse Golem (1994) de Peter Ackroyd, uno de los más acreditados escritores ingleses del momento. Un amante confeso de Dickens y del Londres victoriano. Los que han leído la novela, dicen que el guión de la película de Juan Carlos Medina no está a la altura del sofisticado homenaje que se hace en ella al Londres de finales del siglo XIX, a sus luces y sombras, tantas veces retratadas, pero que continúan teniendo un atractivo especial, entre morboso, oscuro y maravilloso.

Las críticas recibidas por el film han sido muy variadas. Se mueven entre luces y sombras, igualmente. Recojo dos fragmentos de ellas, con las que coincido, al menos de entrada. Quim Casas en el Diario El Periódico nos describe con precisión su fusión genérica: "Curioso y atmosférico cruce entre relato criminal, fantasía gótica, expresionismo y la herencia malsana de Jack el destripador. (...) posee más atmósfera (...) que una intriga bien construida...Y Yago García, desde la revista Cinemania, resalta sus conexiones con una serie irregular pero atractiva: "La narrativa del filme y su puesta en escena recuerdan a los capítulos buenos de Penny Dreadful (que bastante es) (...) brilla la química entre los protagonistas". Por ciertto, la serie Penny Dreadful, iniciada en 2014, fue ideada por John Logan, y ha tenido al menos a dos realizadores españoles en nómina (Paco Cabezas y J. A. Bayona), su estrella indiscutible es Eva Green, aunque está muy bien acompañada de Josh Hartnett (¡un hombre lobo nortemericano en Londres!), Timothy Dalton (Sir Malcolm Murray, un Holmes de lo misterioso) y trata en persona a Dorian Gray, Victor Frankenstein (y a sus criaturas), Henry Jekyll, Renfield y unos cuantos vampiros y brujas.



El ambiente creado por Juan Carlos Medina y Jane Goldman es parecido, pero mucho más posibilista, tanto que entre sus personajes aparecen los históricos Dan Leno, uno de los míticos actores de music hall de finales de la época victoriana, al que Ackroyd destaca hasta en el título de su novela y Karl Marx, sí, el autor de Das Kapital, que en efecto residía en el Londres de la época. Medina, que ya había dirigió la interesante Insensibles  (2012), logra, como comentaba Quim Casas, crear una atmósfera que casi puede cortarse por su densidad y riqueza de matices. Detrás tiene a los eficientes británicos Simon Dennis (fotografía), Frederic Evard y Nick Wilkinson (los dos en dirección artística). En ese escenario, reconstruido con pasión y eficiencia se mueven los protagonistas de esta pulcra y algo sanguinolenta ficción victoriana. La película empieza por el final, cómo bien nos muestra Dan Leno, interpretado por Douglas Booth, otro brillante joven actor de la cantera británica.



Leno, desde su escenario, ejerce de maestro de ceremonias, y con ese gesto, transforma el film en una pantomima (muy verosímil) sobre una serie de asesinatos especialmente truculentos en  Limehouse. Los vecinos comienzan a conjeturar que tan monstruosos crímenes solo pueden ser obra del Golem, así la trama se emparenta igualmente con la mítica judía y con el expresionismo alemán que tanto provecho le sacó (destacan la novela de Gustav Meyrink, de 1915, y el maravilloso film, de 1920, dirigido por Carl Boese y Paul Wegener, cuyo título original fue Der Golem, wie er in die Welt kan). Desesperada, la policía pone al experimentado detective Kildare (interpretado con corrección por Bill Nighy) al frente de la investigación.



En el apartado actores, hay también ciertas irregularidades. Brillan, a mi parecer, Douglas
Booth (uno intuye que debería haber tenido más peso...), Olivia Cooke y la española María
Valverde, cumplen todos los demás, con una calidad y precisión británica. La reconstrucción 
de época es soberbia, y sólo queda decir que aunque la trama resulta previsible la película
se ve con agrado, quizás por la riqueza de sus alusiones y el sentido homenaje a la época
victoriana.


Roberto Sánchez

-Aragonia-

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