sábado, 19 de agosto de 2017

Reparar a los vivos (2016)****

Dir: Katell Quillévéré
Int: Emmanuelle Seigner, Tahar Rahim, Anne Dorval,  Alice Taglioni,  Monia Chokri, Bouli Lanners, Finnegan Oldfield, Dominique Blanc, Alice de Lencquesaing, Karim Leklou, Kool Shen, Camille Tillier, Andranic Manet 

Cuando la vida pende de un hilo


En pocas ocasiones una película conserva su título original al llegar a nuestras pantallas. En este caso,Réparer les vivants es un título más que acertado para esta hermosa historia de vidas cruzadas rodada y contada con una gran sensibilidad por parte de su joven directora Katell Quillévéré. Nacida en Costa de Marfil, éste es su tercer largometraje, del que también ha elaborado un sólido guión con la ayuda de Gilles Taurand (nominada al César 2016 por mejor guión adaptado). Tras Un poison violent (2010) y Suzanne (2013), donde ya exploraba el tema de las pérdidas humanas  y los huecos que producen esas ausencias en el ánimo y el corazón de quienes las sufren, y donde nuestra estupenda actriz Lola Dueñas tenía un papel.  

En Reparar a los vivos, se nos narra una historia basada en la novela homónima de Maylis de Kerangal, que comienza con unas hermosas escenas de surf en una playa al amanecer donde tres jóvenes amigos desafían enormes olas. Simón, uno de ellos sufrirá un percance que hará que su vida y la de sus padres cambien de la noche a la mañana, transformando  a su vez la vida de una mujer parisina desconocida para ellos cuya vida pende de un hilo. 





Un reparto encabezado por la actriz Emmanuelle Seigner (a la sazón esposa y musa del director Roman Polanski), que ha brillado en filmes como Frenético, 1988, de Polanski), Lunas de hiel (1992, Roman Polanski), La escafandra y la mariposa (de Julien Schnabel, 2007), En la casa (de François Ozon, 2012) o La venus de las pieles (2013, Polanski). 


Junto a ella, destacar al resto de las actrices, en especial a Anne Dorval en el papel de Claire Méjean y al joven actor Tahar Rahim (a quien pudimos ver en 2009 en la magnífica Un profeta de Jacques Audiard), aunque todo el elenco de secundarios y secundarias forman un perfecto engranaje que ayuda a que la película no chirríe en ningún momento. 




Toda la cinta va fluyendo suavemente, emocionando sin aspavientos ni acudiendo al fácil recurso de la sensiblería, con una finura y una sutilidad que hacen del filme, dentro de su dureza temática, una verdadera delicia. Katell Quillévéré logra un perfecto ensayo sobre los sentimientos y los deseos humanos mostrando a personas en situaciones límite. Ahí es donde se puede ver de que pasta está hecho cada uno de esos seres que transitan por la vida con esa eventualidad temporal que les es prestada por el dios Cronos sin saber cuando se va a acabar o ampliar el plazo para seguir caminando hacia delante. 

Con una hermosa fotografía de Tom Harari y una perfecta partitura musical del gran compositor Alexandre Desplat (habitual compositor de las bandas sonoras de los filmes de Polanski, con títulos como El escritor, Un dios salvaje o la ya citada La venus de las pieles) que dota al filme de una gran belleza y melancolía, el resultado global de Reparar a los vivos es más que notable. Rodada en Le Havre y Seine-Maritime (Francia), Reparar a los vivos vuelve a poner de relieve que el cine francés (muy apoyado a nivel cultural en el vecino país galo) mantiene un nivel artístico realmente sobresaliente. 

Por todo ello, si es usted un espectador al que le gusten las historias humanas reales y cotidianas narradas con sensibilidad y belleza y huye de los filmes veraniegos de surfistas, super-héroes y comedias estúpidas que inundan nuestras pantallas en el sofocante verano, sin duda no se pierda Reparar a los vivos. Un filme que le reconcilia a uno con la vida a pesar de su dureza.

Gonzalo J. Gonzalvo


La mentablemente, cuando aparece esta crítica, el film que se estrenó en las Salas Aragonia ya no está en cartelera.

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