martes, 15 de agosto de 2017

A 47 metros (2017)***

Dir: Johannes Roberts
Int: Mandy Moore, Claire Holt, Chris Johnson, Yani Gellman, Santiago Segura, Matthew Modine, Mayra Juarez, Axel Mansilla


Cuando el terror acecha en las profundidades. 


A medio camino entre el formato documental que ya explotaba Open Water y un filme convencional, ha llegado a las pantallas para refrescarnos el verano esta A 47 metrostítulo que alude a la profundidad a la que, dos jóvenes tan aventureras como temerarias, descenderán debido a su empeño en nadar junto a grandes tiburones blancos en las costas de México  mientras disfrutan de sus vacaciones. 

Mandy Moore y Claire Holt, actrices de filmografía bastante mediocre, sufrirán lo indecible durante su periplo submarino, y nos mantendrán alerta y sin aburrirnos con la inestimable ayuda de los siempre inquietantes y temibles escualos cuya carrera y fotogenia en el cine es, desde luego, superior a la de sus presas femeninas. 


Para hablar de un filme protagonizado por estos fabulosos depredadores marinos provistos de la inconfundible gran aleta dorsal y esa panza blanquecina, y que pueden llegar a alcanzar los ocho metros de longitud y varias toneladas de peso, hemos de remitirnos indefectiblemente a “la madre de todas ellas”, el Tiburón (Jaws,  1975) pergeñado por ese genio del cine llamado Steven Spielberg, cinta que se llevó tres premios Oscar y fue nominada a mejor película ese año. Spielberg logró una obra maestra del cine dotando a su tiburón de una malignidad que le proporcionaba un carácter y status sobrenatural. Esa encarnación del gran tiburón blanco como el mal absoluto, fue bastante bien aprovechada tres años después en su secuela Tiburón 2 (Jaws 2, 1978, Jeannot Szwarc), que contó de nuevo con Roy Scheider como protagonista en el papel del jefe de policía Brody y con la "aterrorizante" partitura del gran John Williams, quedando en una digna secuela que no aportó nada al filme original del rey Midas de Hollywood. A partir de ahí, con Tiburón 3: El gran tiburón (1983, Jaws-3D), como subraya el título original, se recupera el espíritu de la serie B y la antigua 3D, dirige Joe Alves, el responsable del diseño de producción de la película original y que jamás volvió a dirigir; y en 4º lugar Tiburón, la venganza (1987), que a pesar de contar con la sabiduría artesana de un director como Joseph Sargent (director en 1974 de la excelente Pelham, 1,2,3 o la exitosa serie El agente de Cipol, 1966), no logró salvar la franquicia, pero el espíritu del gran tiburón no murió, dando lugar a múltiples cintas y telefilmes de muy variado pelaje. 

Hubo que esperar hasta 1999 para que Renny Harlin, un especialista en cine de acción, diera otra vuelta de tuerca al personaje marino con su Deep Blue Sea, huyendo sabiamente en el título de la maldita palabra “tiburón” que tanta miseria cinematográfica arrastraba debido a las penosas secuelas posteriores a 1978. Con Deep Blue Sea, Harlin introducía la novedad de la modificación genética de los escualos para dotarlos de una mayor agresividad e inteligencia. 



A 47 metros, con una buena fotografía submarina por parte de Mark Silk, se desenvuelve, como decía al principio, en la línea de falso documental de su prima hermana Open Water (2003, Chris Kentis), que tuvo dos secuelas, la alemana Adrift (2006) y la australiana Cage Drive (2016). En ésta última, tres amigos bajan en una jaula de metal para bucear entre tiburones, argumento casi calcado a esta historia. 



No obstante, y como los tiburones nos fascinan a muchos (sobre todo el gran tiburón blanco, esa perfecta máquina de nadar y de matar), A 47 metros, con ese inestimable aliado y la solvente fotografía, logra entretener de principio a fin, aunque al final se complique un poco la vida en aras de la espectacularidad. Un corto papel nos permite recuperar a Matthew Modine, un actor que se prodigó mucho en los 80 y 90.llegando a trabajar con directores estrella como Stanley Kubrick (La chaqueta metálica, 1987) o Alan Parker (Birdy. 1984). 

Algunos planos y secuencias de los terribles tiburones blancos en A 47 metros muestran toda la belleza y peligrosidad de este fascinante y desconocido animal que, más de cuarenta años después de que Spielberg lo llevase a la gran pantalla con todos los honores, sigue asustando, paralizando los músculos con la sola visión de su rostro de muerte y sus dientes y, lo que también es importante, haciendo caja cada vez que surca las también blancas pantallas de las salas de cine.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia,Yelmo-

No hay comentarios: