jueves, 24 de agosto de 2017

Atómica (Atomic Blonde, 2017)***

Dir: David Leitch
Int: Charlize Theron, James McAvoy, Eddie Marsan, John Goodman, Toby Jones, James Faulkner, Roland Møller, Sofia Boutella, Bill Skarsgård, Sam Hargrave, Jóhannes Haukur Jóhannesson, Til Schweiger, Barbara Sukowa 

Esta rubia es una bomba

Película refrescante y veraniega que adapta la novela gráfica The Coldest City, creada 
por el exitoso Antony Johnston y cuyo protagonista es esta “Atomic Blonde” o rubia atómica magníficamente encarnada por Charlize Theron, verdaderamente impresionante a sus cuarenta y dos años. Pocas novelas gráficas se han adaptado al cine con éxito. Quizá el referente más recordado sería Sin City, rodada en 2005 con un trío de ases: Robert Rodríguez, Quentin Tarantino y el propio Frank Miller, su creador en tinta y papel. 

La historia que nos cuenta Atómica, nos devuelve a finales de los ochenta, a los coletazos de la Guerra Fría, cuando las dos "Alemanias", la Oriental y la Occidental, estaban separadas por un terrible muro fortificado y militarizado que estaba a punto de caer. En Noviembre de 1989, mientras cae el muro de Berlín, una agente de élite llamada Lorraine Broughton, experta en lucha cuerpo a cuerpo, es enviada para recuperar una lista de alto secreto que contiene los nombres de todos los agentes encubiertos británicos que se mueven por la peligrosa zona oriental. Dicha lista ha sido robada por un agente ruso a un agente del MI6 al que ha asesinado. El contacto de Lorraine en Berlín será David Percival, un fabuloso James McAvoy al que hace no mucho pudimos ver en la piel del inquietante protagonista de Múltiple (M. Night Shyamalan, 2016). La lista de marras, ubicada en un pequeño microfilm, es lo que el maestro del suspense, Alfred Hitchcock, denominaba un “McGuffin”, y que se utiliza para hilvanar y dar sentido a la historia. Toda una maraña de agentes del KGB, MI6 y la CIA, amén de la STASI (la que fue terrible policía secreta de la Alemania Oriental) van tras la lista, y tras un agente tránsfuga alemán que posee preciada información y al que Lorraine Broughton tendrá que proteger para sacarlo fuera de Berlín. 



El filme transcurre con una acción adrenalítica y sin un segundo de aburrimiento o respiro para el espectador, por o que resulta extremadamente entretenido, con esa mezcla de atmósfera de cómic y thriller. 

Dentro del reparto, Sofía Boutella se luce en un papel de mayor entidad que el que realizó  en la reciente y penosa versión de La momia de Universal, donde no obstante hacía ya gala de su poderosa sensualidad y belleza. Las escenas entre la Theron y la Boutella hacen saltar chispas en las butacas y, les puedo asegurar, que anulan el poder del aire acondicionado de la sala durante esos instantes. El veterano John Goodman, como siempre sólido, aparece en un papel secundario que aporta un caché añadido a la película, interpretando a Emmett Kurzfeld, un jefazo de los servicios secretos. 



El director, David Leicht, casi un neófito, impactó con su primer largometraje John Wick (2014), un thriller de acción, demostrando ya su buen manejo del tempo narrativo en el género. Tras esta “Atómica”, Leicht afronta el proyecto de la segunda parte de Deadpool, prevista para 2018, continuación de la parodia de superhéroes mutantes que producirán, al alimón, los Estudios Marvel y la 20th Century Fox, y cuya primera parte recaudó, de la mano de Tim Miller, más de 780 millones de dólares. 

Con Atomic Blonde, Leicht consolida su estilo y consigue uno de los filmes de acción más entretenidos de este verano junto con Baby Driver, ya comentado en su estreno en esta  revista digital cinematográfica. 

Capítulo aparte merece la excelente banda sonora coordinada por Taylor Bates, plagada de fantásticos temas de los años ochenta, entre los cuales podemos disfrutar del “Cat People” de David Bowie (guiño a esa mujer pantera de Schrader que a su vez versionaba el clásico de Jacques Tourneur), el “Killer Queen” de Queen; “Personal Jesus” de Depeche Mode, “Londong Calling” de The Clash, “Father Figure” del malogrado George Michael. Además, temas de otros grupos míticos como Duran Duran, The Cure y claro, no podía faltar el “Atomic Blonde” de Blondie, otra rubia atómica de los escenarios en los ochenta. 

La fotografía de Jonathan Sela, con quien el director ya trabajó en su John Wick imprime una clara estética ochentera y revela una habilidad ya mostrada en Max Payne (2008, de John Moore), otro filme de estética muy afín con el cómic. 



Atómica” cuenta pues con todos los ingredientes para entretener en un filme sin aliento, con unas peleas magníficas en las que Charlize Theron muestra toda su belleza y, al mismo tiempo, peligrosidad letal. La música es también en un excelente hilo narrativo vertebrador que, especialmente, a los que nos gusta esa década a nivel musical y cinematográfico, convierten al film en un verdadero deleite. Una historia de espías repleta de adrenalina que se disfruta de principio a fin y, además, Charlize Theron vuelve a demostrar que, además de hermosa, se come la pantalla y borda cualquier tipo de papel. Eso sí, si están intentando dejar de fumar llévense un buen paquete de chicles...y es que en los ochenta se fumaba...y de qué manera...

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

sábado, 19 de agosto de 2017

Reparar a los vivos (2016)****

Dir: Katell Quillévéré
Int: Emmanuelle Seigner, Tahar Rahim, Anne Dorval,  Alice Taglioni,  Monia Chokri, Bouli Lanners, Finnegan Oldfield, Dominique Blanc, Alice de Lencquesaing, Karim Leklou, Kool Shen, Camille Tillier, Andranic Manet 

Cuando la vida pende de un hilo


En pocas ocasiones una película conserva su título original al llegar a nuestras pantallas. En este caso,Réparer les vivants es un título más que acertado para esta hermosa historia de vidas cruzadas rodada y contada con una gran sensibilidad por parte de su joven directora Katell Quillévéré. Nacida en Costa de Marfil, éste es su tercer largometraje, del que también ha elaborado un sólido guión con la ayuda de Gilles Taurand (nominada al César 2016 por mejor guión adaptado). Tras Un poison violent (2010) y Suzanne (2013), donde ya exploraba el tema de las pérdidas humanas  y los huecos que producen esas ausencias en el ánimo y el corazón de quienes las sufren, y donde nuestra estupenda actriz Lola Dueñas tenía un papel.  

En Reparar a los vivos, se nos narra una historia basada en la novela homónima de Maylis de Kerangal, que comienza con unas hermosas escenas de surf en una playa al amanecer donde tres jóvenes amigos desafían enormes olas. Simón, uno de ellos sufrirá un percance que hará que su vida y la de sus padres cambien de la noche a la mañana, transformando  a su vez la vida de una mujer parisina desconocida para ellos cuya vida pende de un hilo. 





Un reparto encabezado por la actriz Emmanuelle Seigner (a la sazón esposa y musa del director Roman Polanski), que ha brillado en filmes como Frenético, 1988, de Polanski), Lunas de hiel (1992, Roman Polanski), La escafandra y la mariposa (de Julien Schnabel, 2007), En la casa (de François Ozon, 2012) o La venus de las pieles (2013, Polanski). 


Junto a ella, destacar al resto de las actrices, en especial a Anne Dorval en el papel de Claire Méjean y al joven actor Tahar Rahim (a quien pudimos ver en 2009 en la magnífica Un profeta de Jacques Audiard), aunque todo el elenco de secundarios y secundarias forman un perfecto engranaje que ayuda a que la película no chirríe en ningún momento. 




Toda la cinta va fluyendo suavemente, emocionando sin aspavientos ni acudiendo al fácil recurso de la sensiblería, con una finura y una sutilidad que hacen del filme, dentro de su dureza temática, una verdadera delicia. Katell Quillévéré logra un perfecto ensayo sobre los sentimientos y los deseos humanos mostrando a personas en situaciones límite. Ahí es donde se puede ver de que pasta está hecho cada uno de esos seres que transitan por la vida con esa eventualidad temporal que les es prestada por el dios Cronos sin saber cuando se va a acabar o ampliar el plazo para seguir caminando hacia delante. 

Con una hermosa fotografía de Tom Harari y una perfecta partitura musical del gran compositor Alexandre Desplat (habitual compositor de las bandas sonoras de los filmes de Polanski, con títulos como El escritor, Un dios salvaje o la ya citada La venus de las pieles) que dota al filme de una gran belleza y melancolía, el resultado global de Reparar a los vivos es más que notable. Rodada en Le Havre y Seine-Maritime (Francia), Reparar a los vivos vuelve a poner de relieve que el cine francés (muy apoyado a nivel cultural en el vecino país galo) mantiene un nivel artístico realmente sobresaliente. 

Por todo ello, si es usted un espectador al que le gusten las historias humanas reales y cotidianas narradas con sensibilidad y belleza y huye de los filmes veraniegos de surfistas, super-héroes y comedias estúpidas que inundan nuestras pantallas en el sofocante verano, sin duda no se pierda Reparar a los vivos. Un filme que le reconcilia a uno con la vida a pesar de su dureza.

Gonzalo J. Gonzalvo


La mentablemente, cuando aparece esta crítica, el film que se estrenó en las Salas Aragonia ya no está en cartelera.

martes, 15 de agosto de 2017

Inside (2016)**

Dir: Miguel Ángel Vivas
Int: Rachel Nichols, Laura Harring, Andrea Tivadar, Stany Coppet, Ben Temple, Craig Stevenson,  Richard Felix, Maarten Swan, David Chevers, Steve Howard.



Una mujer joven con problemas auditivos se halla embarazada tras un accidente de tráfico en el que perdió a su marido. Casi a punto de dar a luz deberá pasar sola la Navidad hasta que, en una tormentosa noche, recibirá la visita de una misteriosa mujer. Esta es la premisa argumental de la que parte el último fin de Miguel Ángel Vivas, con guión de Jaume Balagueró, otro especialista español en el género de terror. Tras algunos cortos, Vivas profundiza en el género y logra impactar en crítica y público con el film Secuestrados (2010). Una historia dura y potente visualmente con un gran reparto de actores españoles y una joven y sorprendente Manuela Vellés. Con Extinction (2011), dirige un reparto internacional con un resultado bastante discreto. 

Ahora se ha atrevido con este Inside, remake de la película francesa de Julien Maury y Alexandre Bustillo A l'intérieur, filme que impactó muchísimo en el Festival de Cine Fantástico de Sitges del año 2007 y que tuve ocasión de ver en la premiere de preestreno de dicho festival. La empresa, por tanto, ya de entrada no era fácil y, referencias 
cinematográficas aparte (el propio filme francés original y filmes con psicópata femenina como Misery, obra de Rob Reiner en 1990 o La mano que mece la cuna, de Curtis Hanson, en 1992), tras un buen arranque, se va convirtiendo en un filme bastante convencional en el que, poco a poco, el gore va ganando terreno hasta el final, aunque sin lograr impactar a los fans curtidos del género y con un resultado light que les sabrá a poco. 



Sus principales protagonistas Rachel Nichols y la morena Laura Harring (actriz atractiva y magnética de talla internacional que ha trabajado con directores del prestigio de David Lynch), a pesar de poner mucho de su parte se muestran bastante desaprovechadas, en parte debido a la deshacertada dirección y en parte debido a que la historia y, sobre todo, el flojo guión de Jaume Balagueró, no dan para mucho más. 



Inside es una cinta que con otro planteamiento más inteligente y sutil, y huyendo de tópicos, podría haber sido mucho más de lo que es. Hay pocas o nulas sorpresas y todo es bastante predecible. Incluso sobran algunas escenas absurdas que no voy a comentar para no hacer spoiler, cómo se dice ahora. Habrá que esperar a ver si con su próximo film, Miguel Ángel Vivas consigue retomar la correcta senda iniciada por Secuestrados y logra de nuevo realizar una obra que merezca la pena y que vuelva a contentar a su legión de seguidores. Un director que ya ha puesto un pie en Hollywood, debería pensar muy bien lo que va a hacer con su siguiente trabajo, si no correrá el riesgo de quedarse en tierra de nadie.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, Palafox-

A 47 metros (2017)***

Dir: Johannes Roberts
Int: Mandy Moore, Claire Holt, Chris Johnson, Yani Gellman, Santiago Segura, Matthew Modine, Mayra Juarez, Axel Mansilla


Cuando el terror acecha en las profundidades. 


A medio camino entre el formato documental que ya explotaba Open Water y un filme convencional, ha llegado a las pantallas para refrescarnos el verano esta A 47 metrostítulo que alude a la profundidad a la que, dos jóvenes tan aventureras como temerarias, descenderán debido a su empeño en nadar junto a grandes tiburones blancos en las costas de México  mientras disfrutan de sus vacaciones. 

Mandy Moore y Claire Holt, actrices de filmografía bastante mediocre, sufrirán lo indecible durante su periplo submarino, y nos mantendrán alerta y sin aburrirnos con la inestimable ayuda de los siempre inquietantes y temibles escualos cuya carrera y fotogenia en el cine es, desde luego, superior a la de sus presas femeninas. 


Para hablar de un filme protagonizado por estos fabulosos depredadores marinos provistos de la inconfundible gran aleta dorsal y esa panza blanquecina, y que pueden llegar a alcanzar los ocho metros de longitud y varias toneladas de peso, hemos de remitirnos indefectiblemente a “la madre de todas ellas”, el Tiburón (Jaws,  1975) pergeñado por ese genio del cine llamado Steven Spielberg, cinta que se llevó tres premios Oscar y fue nominada a mejor película ese año. Spielberg logró una obra maestra del cine dotando a su tiburón de una malignidad que le proporcionaba un carácter y status sobrenatural. Esa encarnación del gran tiburón blanco como el mal absoluto, fue bastante bien aprovechada tres años después en su secuela Tiburón 2 (Jaws 2, 1978, Jeannot Szwarc), que contó de nuevo con Roy Scheider como protagonista en el papel del jefe de policía Brody y con la "aterrorizante" partitura del gran John Williams, quedando en una digna secuela que no aportó nada al filme original del rey Midas de Hollywood. A partir de ahí, con Tiburón 3: El gran tiburón (1983, Jaws-3D), como subraya el título original, se recupera el espíritu de la serie B y la antigua 3D, dirige Joe Alves, el responsable del diseño de producción de la película original y que jamás volvió a dirigir; y en 4º lugar Tiburón, la venganza (1987), que a pesar de contar con la sabiduría artesana de un director como Joseph Sargent (director en 1974 de la excelente Pelham, 1,2,3 o la exitosa serie El agente de Cipol, 1966), no logró salvar la franquicia, pero el espíritu del gran tiburón no murió, dando lugar a múltiples cintas y telefilmes de muy variado pelaje. 

Hubo que esperar hasta 1999 para que Renny Harlin, un especialista en cine de acción, diera otra vuelta de tuerca al personaje marino con su Deep Blue Sea, huyendo sabiamente en el título de la maldita palabra “tiburón” que tanta miseria cinematográfica arrastraba debido a las penosas secuelas posteriores a 1978. Con Deep Blue Sea, Harlin introducía la novedad de la modificación genética de los escualos para dotarlos de una mayor agresividad e inteligencia. 



A 47 metros, con una buena fotografía submarina por parte de Mark Silk, se desenvuelve, como decía al principio, en la línea de falso documental de su prima hermana Open Water (2003, Chris Kentis), que tuvo dos secuelas, la alemana Adrift (2006) y la australiana Cage Drive (2016). En ésta última, tres amigos bajan en una jaula de metal para bucear entre tiburones, argumento casi calcado a esta historia. 



No obstante, y como los tiburones nos fascinan a muchos (sobre todo el gran tiburón blanco, esa perfecta máquina de nadar y de matar), A 47 metros, con ese inestimable aliado y la solvente fotografía, logra entretener de principio a fin, aunque al final se complique un poco la vida en aras de la espectacularidad. Un corto papel nos permite recuperar a Matthew Modine, un actor que se prodigó mucho en los 80 y 90.llegando a trabajar con directores estrella como Stanley Kubrick (La chaqueta metálica, 1987) o Alan Parker (Birdy. 1984). 

Algunos planos y secuencias de los terribles tiburones blancos en A 47 metros muestran toda la belleza y peligrosidad de este fascinante y desconocido animal que, más de cuarenta años después de que Spielberg lo llevase a la gran pantalla con todos los honores, sigue asustando, paralizando los músculos con la sola visión de su rostro de muerte y sus dientes y, lo que también es importante, haciendo caja cada vez que surca las también blancas pantallas de las salas de cine.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia,Yelmo-

miércoles, 9 de agosto de 2017

FESTIVAL INTERNACIONAL BUÑUEL-CALANDA (Edición XIII)

CINE, VANGUARDIA, JAZZ, ARTES PLÁSTICAS Y PASIÓN POR LA CREATIVIDAD
A FLOR DE PIEL.


Hay va mi crónica de un Festival que viví recientemente de un modo muy cercano. Encargado por su director José Ángel Guimerá, nuevo en la plaza, para la coordinación general y del Coloquio Internacional, así como de la programación, he vivido con intensidad un evento cinematográfico que se propone volver la mirada hacia el cine más creativo y experimental, sin dejar nunca de vista la estela de Don Luis Buñuel, el más importantes director español de todos los tiempos. Nadie como él para indagar en el territorio de los sueños, para escrutar nuestro subconsciente, y así se lo reconocieron otros grandes maestros de su misma categoría como Ingmar Bergman. 

Por seguir un cierto orden, decir que se inició el evento el sábado 29 de julio con la proyección de La misteriosa naturaleza del instinto (2017), de Lorenzo Castañer, hábil y oportuno montaje de 6 minutos a partir de las películas de Buñuel. Luego tuvieron lugar algunas palabras protocolarias y se pasó, por mi parte, a una actividad arriesgada: contar y explicar las conexiones entre el jazz, el cine, la vanguardia y Buñuel. 

Resulta que Buñuel, Lorca y Dalí, durante su estancia en la Residencia de Estudiantes madrileña, en los años 20, pasaban muy buenos ratos escuchando jazz en el Rector´s Club, situado en los bajos del Hotel Palace. Allí disfrutaron de los Jackson Brothers, un grupo de músicos negros procedentes de Nueva York. Tanto gustaron a Buñuel que intentó (sin  éxito) que actuaran en la Residencia. También sabemos que una parte importante de la paga de Dalí y Buñuel se destinaba a comprar discos de esa música infernal llamada jazz. Luego, Buñuel en su empeño por aprender a tocar un instrumento musical, dejó el violín y jugueteó con el saxo y con ¡el banjo! 

En su cine no suele haber una banda sonora tradiciobal, pero sí una preocupación evidente por los ruidos, por la sonoridad real (o no tanto) que acompañaría a sus escenas. Anticipándose a algunos cineastas actuales que también trabajan en la nueva vanguardia (posmodernidad, dirían otros), como David Lynch y su habitual colaborador Alan Splet (ingeniero de sonido que ha manipulado sus bandas sonoras desde sus primeros cortometrajes), a Buñuel, además de sus tambores calandinos, le gustó sobredimensionar a veces ruidos de procedencia real, pero que distorsionados podían sugerir, anticipar o subrayar algunas situaciones.




Teniendo en cuenta esos antecedentes, mostré unos pocos minutos de unos cuantos ejemplos cinematográficos: Symphony in Black (1935), de Fred Waller, con Duke Ellington y Billie Holiday, Ballet Mecanique (1924), de Dudley Murphy y Fernand Léger, St. Louis Blues (1929), de Dudley Murphy,con Bessie Smith, Minnie the Moocher (1932), de Dave Fleischer, con Cab Calloway y Betty Boop, Un día en las carreras (1937), de Sam Wood, con Los Hermanos Marx, Loquilandia (1941), de H. C. Potter, con Slim Gaillard, Slam Stewar y The Harlem Congeroos, Una cabaña en el cielo (1943), de Vincent Minnelli, de nuevo con Duke Ellington y su Orquesta, Begone Dull Care (1949), de Evelyn Lambart y Norman McLaren, con Oscar Peterson Trio, los títulos de crédito (de Saul Bass) de Anatomia de un asesinato (1949), de Otto Preminger, con música de Ellington, People, People, People (1976), de John y Faith Hubley, con Benny Carter, Thad Jones & Mel Lewis Band, y Naked Lunch (1991), de David Cronenberg, una banda sonora de Howard Shore y Ornette Coleman.  Todos demostraban que la  vanguardia cinematográfica no sólo  era refrescante y novedosa, sino que muy  pronto estuvo en conexión con el jazz (como en el caso de Dudley Murphy).

Con esos antecedentes, nos atrevimos a plantear una proyección de Un chien andalou, sin la banda sonora propuesta por su autor en 1960, que sería sustituida en directo por los sonidos del trío jazzístico EVO, compuesto por Chus Fernández (bajo eléctrico), Chavi Naval (saxofones y clarinete) y David Fernández (batería y percusiones). A partir de los arreglos y composiciones de Chus Fernández, el trío, nos ayudo a mirar con una nueva perspectiva este auténtico manifiesto audiovisual del surrealismo. 

El domingo, 30 de julio, se inauguró la exposición “Abismos de pasión… por el cine”, de César Sánchez Vázquez, que reunía unos cuantos carteles de cine de su propia colección (con alguno firmado por Josep Renau, en su etapa mexicana) y obra del artista zaragozano de regusto pop y señalada cine-filia. 





Arrancaron todas las secciones del Festival "Buñuel en el tiempo", "Buñuel y otras miradas" y la sección oficial a concurso. Destacó el estreno de Abismos de pasión: Homenaje a Buñuel (2017), de Sonia Llera, un montaje de tres fragmentos concebidos previamente para el programa Canal Saturno, de Aragón TV; dirigido por Gabriel Sopeña, que nos acompañó, junto a la directora, en la presentación y posterior debate. Estamos ante una inovildable experiencia audiovisual que conecta con la danza contemporánea, en concreto con la coreografía de LaMov, compañía de danza zaragozana, que ocupó algunos sugerentes espacios calandinos de singular belleza y dureza. Poesía en movimiento, controlada por las experiencias compenetradas de Llera y LaMov.  

Dentro de la sección "Buñuel y otras miradas" pudimos comprobar lo resultados de dos talleres realizados con jóvenes. Mario Barro (Investigador de la UNAM, del que luego daré algunos datos más), dirigió en Calanda unas actividades con chavales de Primaria. Repetía, ya que asumió con éxito esa misión desde el año pasado. Los resultados de este año también tuvieron una excelente acogida. Leonor Bruna (responsable de la Escuela de Cine Un perro andaluz), Camino Ivars y Roberto Sánchez, asumieron la responsabilidad de difundir las ideas conectadas de Buñuel y el Cine Surrealista en los Institutos de Caspe, Hijar y Calanda; para terminar produciendo tres piezas audiovisuales que podrían muy bien responder al espíritu de las vanguardias.




Otra sección, "Largometrajes Aragón", se inició el domingo 30 con la proyección de María
Moliner. Tendiendo palabras (2017), de Vicky Calavia que, acompañada de Ana Santos 
(directora de la Biblioteca Nacional), presentaron la obra.  A la postre, seria la ganadora del Premio del Público. Se trata de un sólido y estupendo documental capaz de ahondar al mismo tiempo en el valor intelectual y cultural de la insigne estudiosa de la lengua española y en sus aspectos más humanos y próximos, en su exilio interior, y en su constante brega por difundir la cultura entre el pueblo, contra viento y marea.., contra la intolerancia...

El lunes 31 se inauguró el Coloquio Internacional en torno a la figura de Buñuel. Mario Barro en su ponencia “Vanguardia cinematográfica en México: Antes y después de Buñuel”, nos ilustró sobre el pasado, presente y futuro del cine de vanguardia en México y previamente nos había ayudado de modo decisivo con la programación de cine mexicano actual que vimos en el Festival. 

Ana Asión (de la Universidad de Zaragoza y representando a la Universidad de la Experiencia) en su ponencia “Cuando el deseo se hizo carne: erotismo y liberación sexual en el cine español de los años setenta”, trató con acierto el tema del erotismo en el cine de Buñuel, su reflejo en el cine español y enlazó con su tema de investigación: el cine español de la "Tercera Vía", destacando el trabajo de productores como José Luis Dibildos o realizadores como Roberto Bodegas o Antonio Drove, de necesaria reivindicación y que fueron mucho más allá del mero "destape" en sus trabajos de la época. 





Además, este año se rindió homenaje al mexicano Guillermo Arriaga, ese sólido escritor de cine que ha firmado las soberbias películas de Alejandro González Iñárritu (Amores perros21 gramos, o Babel). Vimos 21 gramos (2003), Los tres entierros de Melquiades Estrada (2005, con Tommy Lee Jones en la dirección), el cortometraje Desde abajo (2015) y el largo Lejos de la tierra quemada (2008), dos filmes dónde Arriaga ya ejercía también como director. 

Todas ellas se proyectaron con presentación y coloquio posterior que tuve la suerte de dirigir, acompañado en una ocasión con Carlos Tejeda y en otra por Javier Hernández, hasta la llegada del mismo Arriaga, el viernes 4 de agosto, que primero nos amenizó en la Mesa redonda sobre guion cinematográfico, organizada en el marco del Coloquio Internacional, coordinada por Carmen Pemán (Directora del Festival de Cine de La Almunia que siempre ha prestado una especial atención al guion), con la presencia de Paula Ortiz, Carlos Tejeda y Gabriel Castaño (director del CiBRA, festival del cine y la palabra, celebrado en Toledo y La Puebla de Montalbán).
El sábado, 5 de agosto, con la presencia activa de Arriaga, fue todo un placer, y un privilegio, presentar y dirigir los debates sobre Words with Gods (2014), estreno en España de este interesante filme sobre las religiones, producido y concebido por el mexicano, construido mediante segmentos que tratan las diferentes corrientes religiosas y hasta del ateísmo en el último episodio (La sangre de Dios), que el mismo dirigió. Nos explicó que el orden de los segmentos fue establecido con un criterio cronológico por Mario Vargas Llosa. Sólo se había visto antes en el Festival de Venecia; y ese mismo día, como acto final, vimos Lejos de la tierra quemada (2008), que volvió a suponer una pequeña master class sobre el cine de Hollywood y cómo dirigir a tres actrices soberbias: Charlize Theron, Kim Basinger y una jovencísima Jennifer Lawrence. 

El martes, 1 de agosto, tuvo lugar la segunda parte del Coloquio Interancional con las ponencias “El cine de David Lynch, ¿surrealismo posmoderno?”, por Javier Hernández, decano de comunicación de la Universidad San Jorge, relacionando el surrealismo con la tendencia posmoderna de este director norteamericano, capaz de asestar, de nuevo, un fuerte "puñetazo" creativo con la tercera entrega de la serie Twin Peaks, más provocadora que nunca. La segunda ponencia del día fue “Arte en fotogramas: los cineastas de la vanguardia histórica”, por Carlos Tejeda de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, y permitió conocer el contexto histórico artístico en el que creció la impronta creativa del joven Buñuel. 

Entre las proyecciones de la sección oficial pudimos disfrutar de una experiencia de inmersión virtual en un cuadro de Van Gogh, mediante unas gafas 3D. Siempre asesorados por "Toñín" un especialista del Festival de Cortos las Ranetas de Alcañiz, que ya va por la  tercera edición del "Certamen de experiencias y cortos en realidad virtual".



Por la noche, ese mismo martes, comprobamos, en directo, cómo se elaboraba la tapa "Un perro andaluz", concebida por la Asociación de Turismo del Bajo Aragón. Después, se pudo ver el largometraje documental Local 7, del zaragozano Jorge Nebra, un sentido homenaje a las bandas e intérpretes de pop-rock-flamenco actuales, con extensas entrevistas a Enrique Bunbury, Loquillo, Manolo Kabezabolo, Los Bengala, Niños Del Brasil, Nacho Estévez “El Niño”, Mama Kin, Julio De La Rosa, Calavera, The Kleejoss Band, My Expansive Awareness, Tachenko, Bigott, Juanita Calamidad, Leo Susana, Silvia Solans, Las Novias, Los Modos o El Brindador, entre otros. Tuvo su correspondiente presentación y debate posterior con el director.




El miércoles 2 de agosto, Antonio Tausiet, que se define a sí mismo con estas palabras, entresacadas de su web www.tausiet.com: "Soy un creador de contenidos variopintos (cortometrajes, textos -libro sobre el Tubo-, páginas web...) y colaboro en diversas iniciativas periodísticas, audiovisuales, etc. Hago mis propias  inspecciones rutinarias, intentando siempre utilizar la lupa del humor crítico. No siempre lo consigo...". Toda una declaración de intenciones de un activista zaragozano de la cultura libre y popular, miembro de la ACA (Academia del Cine Aragonés), que nos regaló por la mañana un acertado análisis del guion de Un perro andaluz, en su conferencia "Un Chien Andalou: el guion y otras peripecias", completada por la noche con un montaje de secuencias cinematográficas que vino en llamar: Entremeses fílmicos con el  ingrediente de Un perro andaluz, y que supuso un grato disfrute para todos los asistentes. 

El jueves. 3 de agosto, se programó un Encuentro entre los Festivales Cinematográficos de Teruel que contó con el Festifal (Festival Internacional de cortometrajes de temática rural que se celebra en Urrea de Gaen), el Festival de cortos de Las Ranetas (Alcañiz) y la Muestra de cortometrajes de Valdeargorfa “Plot-Point”, y se presentó el novedoso Rally Cinematográfico "Desafío Buñuel". Los demás anunciaron sus próximas ediciones y mostraron la voluntad de empezar a colaborar y complementarse, desde Teruel hacia el mundo...Ese mismo día pudo verse el tercer trabajo a concurso de la sección "Largometrajes Aragón": Angustias y Remedios (2015), en cuya presentación y debate posterior estuvo presente su director Fernando Usón-Forniés. 




El viernes, 4 de agosto, llegó Guillermo Arriaga, que protagonizó por la mañana un desayuno con periodistas en el estupendo marco del Parador Nacional de Alcañiz, luego, la Mesa Redonda sobre guion, ya comentada un poco más arriba. Por la noche, con el Patio del CBC repleto pudo verse el cuarto largometraje aragonés a concurso: Análisis de sangre azul (2017), de Blanca Torres y Gabriel Velázquez, falso documental de ricas sugerencias que respeta a su vez el lenguaje del cine mudo y las texturas, ahora ya mágicas y misteriosas, del celuloide. Tuvimos la fortuna, de nuevo, de contar con la presencia de la directora, en un rico debate que posibilitó una mejor interpretación de este sugerente trabajo fílmico. 

Ese viernes tuve ocasión de coordinar al jurado de la sección oficial. Y me permito reproducir el acta oficial consensuada entre todos sus componentes:

"Reunidos en Calanda el Viernes 4 de agosto, el jurado del Festival Internacional Buñuel -Calanda, formado por  Vicky Calavia Sos, Gabriel Castaño,  Carlos Tejeda García, Enrique Marqués Martín y Mercedes Gaspar Salvo, ha decidido otorgar los siguientes premios de la sección oficial a concurso Avant-Garde.

CORTOMETRAJES:
El jurado ha escogido entre las variadas opciones de cine vanguardista y experimental que representaban los trabajos seleccionados para la fase final de este concurso.
El 2º Premio ha sido para Identity Parade, de Gerard Freixes Ribera
Y el 1º  para Studio Pasolini, de  Pablo Jordán.

LARGOMETRAJES:
El 2º Premio es para Análisis de sangre azul (2016), de  Blanca Torres y Gabriel Velázquez, Por introducirnos entre los mundos de la realidad documental y la más pura ficción, mediante un maravilloso juego creativo.
El 1ª Premio, otorgado por unanimidad, es para Las elegidas (2015), de David Pablos, por su estupenda factura cinematográfica y decidirse a tratar un tema social complejo, planteado con crudeza, valentía y eficiencia narrativa.



El sábado 5 de agosto, se clausuró el Festival Internacional Buñuel-Calanda con una Gala de Clausura diseñada y concebida por Alfonso Desentre, en la que colaboró de modo destacado la actriz zaragozana Laura Contreras, que ha sido, además, la maestra de ceremonias durante toda la semana (presentando y dinamizando todas las sesiones). Debo decir, como coordinador del Festival, que ha sido un privilegio trabajar cerca de estos dos grandes artistas. La puesta en escena de Desentre, la actuación de Alfonso y Laura (espero que me permitan la familiaridad), las luces diseñadas por Fernando Medel (responsable del diseño de luces de todo el Festival), los fragmentos escogidos de Un perro andaluz (con leves pero ricas alteraciones), los textos del mismo Buñuel, en la estupenda y profunda dicción de Desentre, el sentido y necesario homenaje al actor turolense Santiago Meléndez (1958-2017), los acompañamientos musicales y ambientales del DJ Lord Sassafras, la bicicleta, el ojo-globo, convirtieron esta concisa gala de clausura (que incluía la entrega de premios y el homenaje a Arriaga), en un juego surrealista que culminó con el conocido tango..., que no sonó en la inauguración...






Sin la buena disposición, voluntad y ganas de trabajar por la figura de Buñuel del Gobierno de Aragón (siempre atentos, los responsables de Cultura, la Consejera  María Teresa Pérez y el Director General Ignacio Escuín), del Alcalde de Calanda José Ramón Ibáñez, alias "Buñuel", desde ahora, del director del Festival José Ángel Guimerá, del director del CBC Jordi Xifra, del equipo del Ayuntamiento con sus concejalas Isabel Barberán y Raquel Palos, siempre  "al quite", de la inestimable intendencia (y mucho más) de Ana Trallero y Asun Hostaled, trabajadoras del CBC, del equipo de comunicación con Camino Ivars, facilitadora de ventanas al mundo, Victor Escuín, desfacedor de entuertos internaúticos (y otros problemas de las redes), de la incansable editora (y grabadora) Sandra Millán, y de los fotógrafos Manuel Herrero y Rebeca Herrero, nada de lo relatado en esta crónica hubiera sido posible.

Y no, no  me olvido del excelente trabajo del artista plástico Paco Simón que nos entregó toda su sabiduría y dominio del color y el diseño en el cartel, el logo, o pintando el iris de ese ojo-globo con el que jugaron en el escenario Alfonso y Laura.. 

¡Me siento muy orgulloso de haber formado parte activa de este Festival! 
¡Lo del XIII no fue de mal agüero!  

Roberto Sánchez.